sábado, 13 de agosto de 2011

El estrés laboral: un signo de nuestro tiempo




12 de agosto, Nota de tapa del diarió Clarín:

La nota refiere que una médica del Hospital Gutiérrez fue agredida por dos mujeres, luego de que ésta les comunicase  la triste noticia de la pérdida del hijo de una de ellas ( un nene de un año, que padecía un proceso infeccioso desde hacía más de un  mes), e informa que la médica se encuentra internada con graves heridas y con síntomas de estrés post traumático.

Esta nota tuvo gran repercusión y fue reproducida en varios medios vinculados a la salud (UBA, INTRAMED, ASOCIACION DE MÉDICOS MUNICIPALES, etc.).

El Defensor del Pueblo y el representante de la Asociación Gremial, coinciden en señalar que en los últimos años se han incrementado los ataques de familiares de pacientes contra los médicos, en particular, contra los médicos de terapia intensiva, que es el lugar paradigmático donde se dan la mayoría de los desenlaces fatales.


 “la agresión a los médicos entra en el concierto general de una sociedad que cada vez exterioriza más sus emociones negativas….Existe un corrimiento general. La violencia se ha dado antes en otros ámbitos y ahora ese nivel de intolerancia se manifiesta frente al personal de salud, tanto con médicos como enfermeros…. Además, el paciente choca con un sistema que algunas veces no está a la altura de la requisitoria, por uno u otro motivo, y esto promueve que injustificadamente descargue su ira”.
El Dr. Daniel López Rossetti presidente de la Asociación Argentina de Medicina del estrés y docente de la cátedra de psicofisiología en nuestra Facultad de Psicología, opinó que:
Para Pablo Di Leo, investigador del Conicet en el Instituto Gino Germani:

 “la violencia en un consultorio o un hospital tiene que ver con un complejo de factores, que se desencadena ahí. No hay una sola causa. Pero un motivo importante es el modelo médico hegemónico instaurado en el país, que no toma en cuenta la historia del paciente ni la de su familia, y que no ofrece la contención suficiente a las personas. Esto no justifica la violencia, pero es una dimensión importante de la explicación”. Y agrega: “Para eso hace falta crear equipos multidisciplinarios en los centros de salud, con psicólogos y sociólogos que trabajen de manera conjunta. Claro que eso implicaría que el Estado le asigne más recursos al área de salud”.


Esta noticia, impactante tanto por el desborde de las emociones de los familiares-que cada vez parecen tener menos capacidad para controlarlas- como por la vulnerabilidad de los profesionales frente a estos ataques-para los que no están preparados-, nos interrogan sobre cuestiones tales como:

  • La influencia que sobre la dinámica organizacional del centro de salud, ejerce un contexto de políticas públicas deficitarias, que no satisfacen las condiciones mínimas para que los profesionales ejerzan con dignidad y seguridad su rol y para que los pacientes puedan gozar efectivamente de la salud como un derecho. ¿La consecuencia?: la inevitable transferencia de la impotencia de los usuarios del sistema de salud, sobre la figura de los médicos, y la emergencia de la violencia como única forma de expresión y comunicación posibles.

  • El impacto nocivo que estas agresiones tienen sobre la salud de los médicos, en cuanto al aumento de su estrés laboral.  Una violencia impensada, que rompe el diálogo y la relación médico paciente, que se suma como un nuevo estresor dentro de la numerosa lista del Síndrome de Burn out.

  •  El nuevo problema que en el campo de la salud, plantea la deserción vocacional de los médicos por la especialidad de medicina crítica. El incremento del estrés laboral opera como un círculo vicioso que desalienta a los recién egresados a elegir esta especialidad, por ser una de las de mayor riesgo de quedar " quemado".


  • La emergencia en el campo de la educación, del debate sobre la necesidad de formar a los médicos desde una perspectiva más amplia que  la que ofrece el modelo biomédico: en distintos ámbitos se empieza a discutir la posibilidad de ofrecerles durante su formación, desde una concepción biopsicosociocultural, herramientas para comprender la complejidad del ser humano que sufre ( la inseparabilidad de espíritu y materia, de cuerpo y alma) y un entrenamiento especializado en habilidades de comunicación, para que puedan afrontar con menos estrés y con mayor empatpía,  la cotidiana interacción con los pacientes  y  familias, en circunstancias críticas.
En síntesis, el artículo llama a la reflexión sobre la necesidad de abandonar las miradas lineales y empezar a abordar el problema del incremento de la violencia en el ámbito médico, desde una perspectiva compleja e interdisciplinaria.



Los invitamos a leer  la nota completa en http://www.uba.ar/comunicacion/detalle_nota.php?id=4082 y a seguir reflexionando, para aportar nuevos interrogantes sobre este tema.







1 comentario:

  1. Excelente publicación. Creemos ferreamente en el aspecto ético que nos demanda la carrera, y como futuros trabajadores de y con la salud, pensamos que en cada intervención, en cada comentario, sea con pacientes particulares o con clientes empresariales,debemos dar lo mejor de nosotros a los fines de promover la salud. No es lo más tradicional que las organizaciones lleven a cabo medidas preventivas que fomenten la salud y el bienestar físico y psíquico de sus trabajadores, sin embargo, este aspecto es de fundamental importancia para quienes allí trabajan. Cuando como psicólogos trabajemos en empresas, sabremos que tenemos dos clientes, la empresa en sí, y su personal. Es un gran peso el que recaerá sobre nuestras espaldas, pero somos conscientes que estamos a favor de la salud. Tener en cuenta estos aspectos nos permite hablar de la alienación, cuanto más cuidado sea el empleado, menos alienado estará, rendirá mucho mejor, se sentirá contenido y no será un simple personaje de una obra teatral.
    En este punto también es necesario recordar que nosotros mismos debemos cuidarnos del burn out, ya que también sentimos y pensamos. Esto da lugar a que no quedemos excentos de sufrimiento y el desgaste que genera el rol profesional.

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