miércoles, 2 de noviembre de 2011

¿Qué diferencia a un emprendedor común de un emprendedor social?

En la sección noticias, hemos publicado una nota  de la revista Apertura (20-04-11), que presenta casos de emprendedores de negocios que, además de buscar que sus emprendimientos sean rentables, los gestionan en forma socialmente responsable.
Para pensar qué entendemos por emprendedor, Kuchevasky y Vinocour (2009), nos brindan la siguiente definición:

“Un emprendedor es aquella persona que ha convertido una idea en un proyecto concreto – una empresa con fines de lucro, un proyecto personal o una organización social- que está generando algún tipo de innovación y empleos”.

Las autoras consideran que los emprendedores “…son personas  que perciben la oportunidad que les ofrece el contexto en el que se encuentran, y que tienen la motivación, el impulso y la habilidad de movilizar recursos a fin de ir al encuentro de dicha oportunidad, para lo cual, tienen que tener confianza en su proyecto, construir una red de contactos, tener una capacidad de convocatoria y de convicción mayor que la del promedio, saber ¨ vender ¨ sus ideas, y, sobre todo, tener la capacidad de ofrecer resultados…”

Los casos mencionados en la nota, como el de la cooperativa La Juanita trabajando en conjunto con el diseñador Martín Churba o el proyecto Programar, evidencian que estas personas poseen competencias emprendedoras, tales como su gran capacidad de iniciativa personal, su alta dosis de creatividad, y por sobre todas las cosas, sus niveles de acción superlativos.

Ahora bien, los emprendedores sociales, tienen un plus adicional: necesitan contar con la legitimación social para sus proyectos y no sólo con la aceptación del mercado hacia el cual van dirigidos sus productos o servicios. Ellos necesitan la licencia de la comunidad para operar en ella, tienen que ganar su confianza, luchar contra los prejuicios y resistencias internas y asumir que cualquier cosa que quieren hacer, la tienen que encarar con el consenso y la colaboración de otros, es decir, deben tener una clara conciencia de su interdependencia con el contexto.

En la nota, esto surge con claridad: ¨ el emprendedor se tiene que enfrentar con gente que no tiene trabajo, que fue engañada muchas veces por los políticos y que desconfía de cualquiera que le ofrezca ayuda”, es decir,  no se trata solamente de ganar el interés de los clientes para que el proyecto sea rentable, sino de que la comunidad que trabajará en el emprendimiento sea capaz de superar los prejuicios que tienen, como fue el caso de la cooperativa La Juanita:  

¨ Para crecer necesitábamos del otro. Cuando comenzamos a trabajar con Martín Churba, muchos desconfiaban. Pero fuimos transitando esos prejuicios y nos dimos cuenta de que existe un modelo de ganar-ganar, en el que la asociación entre las partes produce un valor que va mucho más allá del precio que pueda tener una prenda de vestir”.

La segundo diferencia es que estas personas orientan y focalizan todas sus capacidades individuales  al servicio de un proyecto que genere impacto en lo social y lo ambiental. Los empuja su vocación de transformar el mundo en el que viven y de trascender en él através de sus obras.

A su vez, como lo señala la nota, estos emprendedores tienen siempre una visión a largo plazo: ¨ se trata de analizar el proyecto de punta a punta con un enfoque sustentable¨. Saben que tienen que tolerar la frustración y aceptar los tiempos y ritmos de cada comunidad, no pueden ir al ritmo que les gustaría sino al que ésta le permite. Además, saben que no pueden gestionar de cualquier modo, ya que no se trata de hacer un negocio cualesquiera, sino un negocio que transforme y empodere a la comunidad y que la ayude a mejorar su calidad de vida, y que además, sea sustentable, es decir, que permita el crecimiento del negocio sin afectar a otros. No les importa sólo el negocio, el “cómo lo llevan adelante” es muy importante, porque define un modo de hacer sociedad, un modo de ser ciudadanos.

Asimismo, hay que tener presente que la visión emprendedora se corresponde con un  modelo mental flexible y abierto al cambio. Como señalan las autoras, los emprendedores: trabajan en base a principios, tienen fuertes convicciones y metas personales, van más allá de los condicionamientos del contexto, se saben productores de los propios éxitos y fracasos, se arriesgan a la inseguridad de elegir el propio destino, y asumen que elegir y decidir los lleva a cometer errores.

Por todo lo antecedente, pensamos que el rol del psicólogo laboral en un emprendimiento socialmente responsable, debe estar orientado a trabajar junto al emprendedor, buscando incidir en el modelo mental de la comunidad en cuestión, para lograr el consenso y la legitimación social del proyecto.
Por modelos mentales, entendemos “las profundas imágenes internas acerca del funcionamiento del mundo, que nos limitan a modos familiares de pensar y actuar” (Peter Senge, 1990).
Para poder generar un cambio social, primero será necesario lidiar con los prejuicios de la comunidad, con sus resistencias y acompañarlos a que puedan vencerlas y así visualizar, la importancia de implementar el proyecto que les propone el emprendedor.
En este sentido, como mencionan Kuchevasky y Vinocour, hay que tener presente que “…la resistencia no es al cambio mismo, sino a sus consecuencias, en general asociadas con la pérdida de control”. Por lo tanto, hay que lograr confianza para poder establecer una alianza que le posibilite a la gente, relajarse y participar protagónicamente en la transformación de sus propias vidas.
En estos casos, el psicólogo interviene desde un paradigma social expansivo y apoyado en los métodos de la Psicología Comunitaria y Preventiva, tales como el de la investigación-acción-participante, la mediación social y las técnicas de resolución de conflictos.

1 comentario:

  1. Es muy interesante esta particular visión de los emprendedores. En definitiva un emprendedor precisa de otros para llevar adelante un proyecto y, en general, el éxito depende el contexto.
    En este caso se suma un factor de suma importancia y con una dificultad extra: LA COMUNIDAD.
    En este caso, el psicólogo quizás deba intervenir en ambos actores.

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